Esta “casi tradición” tuvo sus inicios allá por 1999 cuando un grupo de niños de entre 9 y 11 años decidió construir un paso de cruz de mayo para “jugar” a las procesiones, asemejándose quizás a lo que conocían en esos momentos: los pasos de la Semana Santa. Pero lo que comenzó como un juego, se ha ido convirtiendo en los años sucesivos en un evento importante del pueblo, debido fundamentalmente a la alta participación de niños y niñas que, ya organizados como grupo juvenil se encarga en casi su totalidad de la planificación, organización y ejecución de la salida procesional.

Participan, como viene siendo habitual, cuatro cruces portadas en esta ocasión por niños con edades comprendidas de 5 a 8 años, entre de 8 a 10 años, uno compuesto solamente por niñas y el mayor de todos portado por jóvenes adolescentes.